Subiendo el Tourmalet

Life is like riding a bike, to keep your balance, you must keep moving
— A.Einstein
 
 

Somos Cris y Edu, y en el 2011 abrimos la Bicicleta.

Una casa de comidas en un pueblo de carretera en la que actualizamos y difundimos el concepto del picoteo viajero.

En aquella Bicicleta “de antes”, con nuestras nuestras rabas de calamar fresco con cebolla, nuestras frituras en aceite siempre limpio, nuestras tortillas estrelladas de patatas peladas a mano, nuestros pescados salvajes de lonja, nuestras carnes de Selaya, nuestra cartas para vegetarianos, nuestros panes triticum, nuestras galletas de mantequilla en los cafés… ya sentamos las bases de todo aquello que nos emocionaba.

En aquel momento nuestras ambiciones no iban más allá de poder, aprovechando nuestra especial y extraña ubicación (al no tener la suerte de estar ni en una gran ciudad ni en un pueblo pintoresco), establecer un horario que nos permitiera tener tiempo para lo que más nos gustaba además de cocinar: viajar y coger olas… (¡En el 2011 ya instauramos en Hoznayo la jornada de cuatro días!)… pero rápidamente moríamos de éxito y mientras a todo el mundo le parecía que nos iba muy bien nosotros solo veíamos como nos íbamos metiendo en un lío cada vez más grande y como, al mismo tiempo, nos íbamos alejando de la idea inicial y de lo que más nos gustaba: hacer las cosas con mucho mimo.

Pronto nos dimos cuenta de que hacer las cosas al detalle no era compatible con dar servicios de cien personas, o al menos nosotros nunca supimos hacerlo.

Así que un día, cuatro años después, decidimos poner fin a todo aquello y emprendimos una reforma integral del restaurante.

Dos meses más tarde, en Marzo de 2016, en lo que parecía un suicidio sin precedentes, reabriríamos de nuevo con diferente forma y sin la hasta entonces popular barra de bar, en un viaje impopular, contrario a toda tendencia.

Todo ello bajo el mismo nombre pero con un nuevo concepto más "gastronómico" orientado a reconducir nuestra cocina a una línea más depurada, más comprometida con el producto local, con los huertos, con los productores, y que nos permitiera reflejar nuestra pasión por las cosas bien hechas, por la alta cocina y también ser un homenaje a nuestro paso por los fogones del Zuberoa (Oiartzun, San Sebastián).

En Zuberoa no aprendimos recetas, solo hacíamos gelatina de pomelo durante horas… pero aprendimos algo mucho más valioso: el sacrifico, la constancia, la disciplina, la discreción.

En estos tiempos en que esos valores parecen desfasados, quien tiene eso, tiene un tesoro. ¡Mila esker Hilario!

En Noviembre de 2017 y gracias a un enorme y emocionante esfuerzo lográbamos una Estrella Michelin.

Desde aquello hemos sobrevivido a una pandemia, hemos hecho bocadillos, huertas, pizzas, roscones, hemos traído la primera Estrella Verde para Cantabria de la Guía Michelin, llevado comida en bicicleta, en furgoneta y en barco.

Mil gracias a todos por acompañarnos en este emocionante viaje.

¡Sigamos pedaleando!